El tiempo ha demostrado que la enseñanza temprana de los fónicos produce mejores resultados en el aprendizaje de la lectura y la escritura.
Cuando el niño tiene la oportunidad de discriminar los sonidos del lenguaje, le resulta más fácil
comprender la combinación de éstos y entender la secuencia que llevan cuando se forman sílabas, palabras y oraciones; descubre que las letras juntas significan algo más que un sonido porque
evocan una imagen, un concepto o una idea; aprende a identificar el sonido con el que empieza y termina una palabra, a reconocer las sílabas en las palabras que riman, a formar oraciones, entenderlas y producir textos propios, es decir, a comunicarse por escrito y a insertarse en la cultura
escrita en la que vivirá el resto de su vida.
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